KUNG-FU KIDS

 

KUNG-FU KIDS

 功夫好小子

OBJETIVOS

Aprender kung-fu divirtiéndose

- Ámbito cognitivo
​- Ámbito motor 
- Ámbito social 
- Ámbito emocional 
- Ámbito técnico 
- Ámbito cultural 
- Ámbito filosófico
 

CONTENIDOS GENERALES

​Bases de la práctica de las artes marciales chinas
Fundamentos estructurales del cuerpo y sus posibilidades 
Exploración y desarrollo motriz 
Interacción y comunicación 
Desarrollo cognitivo 
Valores marciales
 

HABILIDADES MOTRICES

​Acciones sin interacción 
Acciones de oposición interindividual 
Acciones de cooperación 
Acciones de cooperación y oposición 
Acciones con incertidumbre 
Acciones artísticas y expresivas
 
RECURSOS METODOLÓGICOS​

​ELEMENTO BASE: Juego contextual

  1. Relativos al trabajo de capacidades

    1. Juegos psicomotores
    2. Juegos sensoriales
    3. Juegos cognitivos
    4. Juegos sociales
    5. Juegos afectivo/emocionales
  2. Relativos al espacio de práctica

    1. De interior (simbólicos, tecnológicos, creativos, etc.)
    2. De exterior (excursiones, exhibiciones, etc.)
  3.  Relativos al número de participantes

    1. Individuales
    2. Paralelos
    3. Compartidos
  4. Relativo al uso de materiales

    1. Con materiales
    2. Sin materiales
  5. Con asistencia de adultos

    1. Libre
    2. Presenciado
    3. Dirigido
  6. Relativo a las relaciones sociales

    1. Competitivo
    2. Cooperativo
    3. Coordinativo
    4. Organizativo
    5. Creativo

    7. Relativo a reglas 

    1. Con reglas fijas 
    2. Sin reglas 
    3. Con reglas modificadas

EVALUACIÓN

​Continua

ESTRUCTURA DE SESIÓN

  1. Foro de explicación de sesión
  2. Calentamiento
  3. Estructura técnica general
  4. Estructura técnica específica
  5. Relajación
  6. Estiramiento
  7. Despedida

SESIONES

2 - 3 horas semanales

LA SESIÓN POR EDADES

La orientación de las sesiones en función de la edad, cuyo contenido, duración y objetivos deben de tener en cuenta los diferentes estadios de madurez de cada deportista, a sabiendas de que la edad en la que cada niño puede entrar en las distintas etapas puede variar enormemente. Bajo nuestro punto de vista, no siempre es aconsejable establecer grupos estrictos de edad, sino contemplar la relación entre el grado de maduración del niño y su nivel de aptitud para la tarea u objetivo que vamos a acometer. Además, es conveniente considerar las posibles influencias positivas que pueda tener en los niños combinar diferentes grupos de edad.

Dicho eso, podemos establecer tres etapas que definen los contenidos y estructura de nuestra sesión y que, como decimos, no tienen un límite temporal establecido, sino orientativo:

A. Etapa de Juego adaptado (6 a 11 años). Sesiones de 30′ a 1 hora.

Introducción al entrenamiento con un alto componente lúdico: basamos nuestro entrenamiento en juegos de corta duración que mejoren la coordinación, velocidad, potencia aeróbica y flexibilidad de los niños, al tiempo que aprenden aspectos básicos del kung-fu. Es decir, prima la educación física del individuo (conciencia corporal, coordinación, mejora del aparato cardio-respiratorio, etc.) sobre la enseñanza de la técnica.

En cualquier caso, es preferible enseñar la técnica como parte del juego, antes instruirla de forma directa y sistemática; no debemos ser exigentes, ni buscar la perfección en esta etapa.

Daremos preferencia a una amplia variedad ejercicios en los que deban manipular objetos, salvar obstáculos y coordinar distintas partes del cuerpo; evitando trabajar la resistencia (aeróbica, de forma cíclica y continua) y la fuerza que no sea “natural” (reptar, trepar, empujar, tirar…).

B. Etapa de aprendizaje técnico (10 a 13 años). Sesiones de 1 hora. 

Nuestros principales objetivos son motivar a los alumnos/as en la práctica deportiva, establecer las bases del entrenamiento y generar un hábito saludable de adhesión al deporte.

En esta etapa buscaremos la adquisición de un mayor compromiso con el deporte; del mismo modo, la enseñanza de la técnica cobrará mayor importancia, pero siempre manteniendo el aspecto lúdico y educativo del entrenamiento. En cuanto a la preparación física, podemos aumentar la carga de trabajo y empezar a trabajar la fuerza y la resistencia de forma progresiva y con buenos resultados.

C. Etapa deportiva (14 a 16 años en adelante) Sesiones de 1 hora. 

En esta etapa comenzará la especialización deportiva. Podremos especializar a los alumnos/as en diferentes estilos y acordar con ellos el camino a seguir de acuerdo a sus objetivos y expectativas. Debemos ser exigentes con la técnica base y combinarla con un trabajo de acondicionamiento físico equilibrado, que facilite el aprendizaje de las dificultades. También podremos introducir aspectos de la normativa relacionados con la técnica y competición.

PROGRAMA, CONTENIDOS, SESIONES

La sesión es la unidad fundamental de organización del entrenamiento y aprendizaje. Para enseñanza e iniciación en kung-fu es necesario seguir un programa adecuado a la modalidad y edad de los practicantes (el programa de niveles de Duan chino, por ejemplo), formado por bloques de contenido (unidades didácticas), que se concretan en sesiones reales en clase.

Dicho de otro modo, cada sesión debe tener objetivos preestablecidos que nos sirvan de brújula, convirtiendo cada día de entrenamiento en una oportunidad única para aprender o mejorar en algo de acuerdo al programa.

En este sentido, el primer reto que debemos afrontar a la hora de diseñar nuestros objetivos y contenidos de la sesión, es obtener información de nuestros alumnos. Con datos en la mano podremos establecer nuestros objetivos y organizar las sesiones de acuerdo a los principios del entrenamiento.

LA MOTIVACIÓN DETRÁS DE LAS SESIONES

Algunos aspectos que debemos tener en cuenta en la elaboración de las sesiones, son:

  • Conocer a nuestros alumnos/as: cuanto más aprendamos de nuestros alumnos/as, más óptimo y específico será su proceso de aprendizaje, aumentando las posibilidades que tendremos para influir de forma positiva en su entrenamiento y resultados. Debemos preguntarnos: ¿cuál es su historial deportivo? ¿Qué actividades realizan durante la semana? ¿Qué los motiva? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? ¿Hacia dónde se dirigen?
  • Comunicar los objetivos del entrenamiento y motivar su consecución. Debemos ser capaces de crear expectativas en el deportista para lograr que el momento de mayor motivación coincida con las actividades que más aportación tienen para el objetivo. Reflexionemos: ¿somos buenos comunicadores? ¿Cómo influye nuestra manera de expresarnos en nuestros alumnos, a nivel de resultados? ¿Repito las cosas muchas veces?
  • Aprovechar el limitado tiempo de cada sesión. Nuestra puesta en acción debe ser acorde con los objetivos de la sesión, realizando distribución adecuada del esfuerzo y del tiempo según la importancia de cada parte de la sesión, siempre buscando una progresión de menos a más en la dificultad de los contenidos. ¿Sabemos cuánto tiempo se dedica a cada parte de la sesión, incluyendo explicaciones, tiempo efectivo de trabajo, descansos, etcétera?
  • Trabajar la condición física general y especifica. Mejorar la fuerza relativa con autocargas, entrenar la potencia aeróbica, velocidad, salto, equilibrio, propiocepción, flexibilidad, rango de movimiento… Fundamentalmente, necesitaremos saber de dónde partimos (mediante test específicos) y a dónde queremos llegar (controlando la evolución). Nos preguntamos: ¿La forma física de nuestros alumnos facilita el aprendizaje o lo lastra? En este sentido, ¿qué carencias tiene nuestro entrenamiento y cómo podemos subsanarlas? ¿Qué se necesita para saltar más, correr más rápido, coordinar la técnica a mayor velocidad… y cómo debemos trabajar para mejorar?
  • Fomentar el desarrollo motor. Debemos tener en cuenta que la «edad motriz» muchas veces no se corresponde con la biológica, siendo muy común encontrarse con personas adultas cuyo desarrollo motor está atrasado o con niños que actualmente se están desarrollando y en los que es muy importante trabajar las habilidades coordinativas proponiendo una gran variedad de situaciones de trabajo. A veces es mejor dejar un poco de lado la técnica para: enseñar a batir antes de aprender saltos de dificultad, corregir la técnica de carrera antes de entrenar técnica a velocidad, aprender a disociar distintas partes del cuerpo de forma coordinada antes de comenzar a aprender formas… ¿En qué etapa de madurez motriz se encuentran nuestros alumnos? ¿Se corresponde con su edad biológica? ¿Cómo podemos estimular su desarrollo?
  • Sentar las bases de la técnica (JBG). Sabemos que siempre hay que trabajar la base, desde la presencia en clase, la postura en los ejercicios de acondicionamiento, etcétera; sin embargo, eso no implica que debamos instruirla de forma directa, ni estandarizada, ni en partes concretas de la sesión. Muchas veces es mejor introducirla a través de juegos o corregirla mediante situaciones que bloqueen el error, en lugar de atacarlo de forma directa. Piensa: ¿puedes añadir un componente lúdico al entrenamiento de la técnica? ¿A través de qué metodología puedes asegurar mejor el aprendizaje y retención de los contenidos objetivos?
  • Establecer hábitos y valores positivos. Se trata de inculcar una cultura deportiva: convencer del beneficio de la práctica deportiva para la salud, de que la actividad física es un modo de disfrutar la vida y de que el deporte es un vehículo para el desarrollo personal. Debemos transmitir la conexión entre las clases y la vida real: motivar que el alumno se comprometa y quiera conocer el “por qué” y el “para qué” de lo que hace durante los entrenamientos y cómo puede aplicarlo fuera de las clases. ¿Te has preguntado si tus alumnos entienden la motivación de sus entrenamientos? ¿Quieren mejorar, demandan más trabajo y se comprometen con ello? ¿Cómo han cambiado sus vidas desde que entrenan kung-fu?
  • Divertir y socializar. Construir un entorno amable e igualitario, que se sienta como propio y de equilibrio a los estudios o el trabajo no solo es una manera de estrechar la relación entre los alumnos y el deporte, sino de motivarlos a sentir pasión por lo que hacen y que quieran llevarlo más allá: competiciones, arbitraje, estudios… ¿Se lo pasan bien cuando vienen a entrenar? ¿Cómo son las relaciones en el grupo? ¿Qué podemos hacer para fomentar un clima de trabajo adecuado?
  • Valorar nuestra actuación. Controlar la repercusión del programa en la mejora de nuestros alumnos y adaptarlo continuamente a las necesidades que vayan surgiendo; obtener feedback de diversas fuentes y analizarlo, estudiar y reciclarse de forma continua, relacionarnos con otros profesionales del sector… Debemos mejorar de forma ambiciosa para que seamos un reflejo de los resultados de nuestros alumnos. Analicemos: ¿Qué hacemos bien, qué hacemos mal y cómo podemos mejorar? ¿Pensamos en el futuro, buscamos alumnos excelentes y nos centramos en reforzar los aciertos por encima de los fallos? O por el contrario, ¿nos centramos en el ahora y somos exigentes “atacando” el error cuando aparece, para que todos nuestros alumnos cumplan unos mínimos en el entrenamiento?

ENSEÑANZA Y ORGANIZACIÓN DE LAS TAREAS

La sesión de kung-fu sigue un estilo de enseñanza instructivo, en el que la principal técnica para el aprendizaje es la enseñanza directa del profesor. En cuanto a su organización, combina diferentes técnicas para cada parte de la sesión:

  • Organización masiva: técnica habitualmente empleada durante el calentamiento, según la cual todos los alumnos trabajan a la vez, pero de forma individual, siguiendo el ritmo que el profesor marca en la transición de tareas.
  • Asignación de tareas: es una manera de individualizar y que permite a cada alumno avanzar según su nivel de desarrollo motor y necesidades. Se suele organizar en circuitos, especialmente para la preparación física y consiste en la organización por estaciones, supeditadas a un tiempo determinado, en las que se realizan una o varias tareas motrices.
  • División por grupos: durante la parte principal de la sesión se suele dividir al grupo en subgrupos según estilos u objetivos, supervisados por el entrenador. Este sistema permite combinar el entrenamiento de distintos estilos, modernos o tradicionales, y diferentes objetivos: competición, exhibición, recuperación, aprendizaje, etcétera.

ESTRUCTURA DE LA SESIÓN

La sesión de kung-fu habitual sigue una estructura de sesión de corte tradicional, compuesta por cuatro partes fundamentales:

I. INTRODUCCIÓN Y CALENTAMIENTO

En la introducción se presentan los objetivos de la sesión. En kung-fu, como en otros deportes, es habitual formar a los alumnos a una hora determinada y tener una pequeña charla sobre los objetivos, organización o aprendizajes previos, que genere expectativas y propicie una mayor implicación con el entrenamiento.

El calentamiento es una parte fundamental de la sesión, pues nos permite introducir a los alumnos en el entrenamiento y generar un ambiente de trabajo. Por lo tanto, y en la medida de lo posible, no debe de ser un momento para sociabilizar, sino para concentrarse y propiciar adaptaciones específicas que permitan el desarrollo óptimo de la sesión. Consta de 3 partes:

  • Calentamiento general: ejercicios o juegos que generen una adaptación fisiológica y psicológica, que guarden cierta relación con la sesión.
  • Movilidad articular, estiramiento en suelo y en barra, además de flexibilidad dinámica. La finalidad es preparar el cuerpo para el trabajo de lanzamientos o pateos, no trabajar la flexibilidad.
  • Calentamiento específico: organizado en líneas, los alumnos actúan por turnos secuenciados, de manera que el entrenador tenga tiempo de corregir a cada uno. El JBG se compone de:
    • Trabajo de lanzamientos (pateos).
    • Posiciones y técnicas de cada estilo.
    • Saltos. Se realizan ejercicios de preparación o “inicios de salto” (salto + rodillas al pecho), saltos (patadas aereas o acrobacias básicas) y conexiones (mortal a die bu).

Podemos favorecer la autonomía de nuestros alumnos, una vez estén familiarizados con el entrenamiento, alterando la secuencia lógica de la parte introductoria de modo que dispongan de un tiempo determinado para calentar, en grupos o de forma individual, antes de formar y dar comienzo a la sesión propiamente dicho. Esto permite además individualizar en el proceso, de manera que podamos asignar un tiempo específico para la prevención y readaptación de lesiones, dedicar un tiempo extra a reforzar aspectos a mejorar o, simplemente, permitir a cada alumno que incida en los aspectos que considera más importantes para la preparación de la sesión.

II. PREPARACIÓN FÍSICA.

Parte de la sesión dedicada al entrenamiento de las capacidades de fuerza, flexibilidad, velocidad o resistencia, con una orientación específica (resistencia anaeróbica, fuerza para salto, flexibilidad de cadera, velocidad de pateo, core…) e individualizada; es decir, que considere las distintas etapas de madurez motriz y características particulares de cada individuo, en la medida de lo posible (en qué debe mejorar más, si tiene lesiones… ).

Normalmente, el entrenamiento durante las clases se realiza con el peso corporal o el de un compañero, o empleando lastres y bandas de resistencia. Debemos intentar diseñar los ejercicios teniendo en mente que practicamos kung-fu y no cualquier deporte: por ejemplo, si durante la forma recorremos varias veces un espacio de 14 metros, con cambios de dirección y de ritmo, tiene más sentido que entrenemos sprints en zigzag en el mismo espacio y en un tiempo similar al de las series, que entrenar sprints de 50 metros en línea recta, a pesar de que ambos puedan ser más beneficiosos o convenientes según qué momento.

Del mismo modo, existen diversas posibilidades para organizar esta parte del entrenamiento en función de nuestros intereses, siendo lo más habitual colocarlo al final de la sesión (especialmente en el caso de la flexibilidad), bien antes del JBG (acondicionamiento más general), o bien entremezclando la preparación física con las series de ejercicios, durante la parte principal de la sesión (acondicionamiento más específico).

Lo que siempre debemos intentar es que no interfiera con los objetivos de la sesión o con otros entrenamientos próximos: es lo que denominamos entrenamiento concurrente. Básicamente, debemos:

  • Intentar separar el trabajo de resistencia y el de fuerza en distintos días de la semana. Si no se puede, podemos colocar la fuerza antes que la resistencia.
  • Evitar situaciones en las que entrenemos primero resistencia y luego fuerza.
  • No entrenar flexibilidad (nos referimos a ganar flexibilidad como preparación física, no a estirar para mejorar el rango de movimiento como parte del calentamiento) antes de un entrenamiento de fuerza-potencia.

Si vamos a introducir un trabajo de físico debemos tener en cuenta las posibles interferencias, especialmente si hemos realizado un trabajo de series con mucho volumen (lo que no deja de ser un entrenamiento de resistencia específica), evitando caer en el error de trabajar una cosa, que además puede interferir negativamente con los objetivos de la sesión y generar fatiga, cuando creemos que trabajamos otra bien diferente.

III. PARTE PRINCIPAL.

Durante la parte principal de la sesión tiene lugar la progresión metodológica, que se corresponde con los objetivos más importantes del día. Normalmente consiste en el aprendizaje de JBG o entrenamiento de las formas, que se organizan en ejercicios, series (normalmente un Taolu se compone de cuatro series) o formas completas. Además, es muy conveniente intercalar este trabajo con la preparación física, de esta manera evitaremos largos parones entre series y optimizaremos el tiempo de trabajo efectivo.

Aunque es importante durante toda la sesión, debemos tener especial cuidado de reparar en tres factores para la instrucción durante esta parte del entrenamiento:

  • Motivar la ejecución antes y durante la tarea.
  • Introducir las tareas mediante información previa.
  • Corrección o feedback durante la tarea y al finalizarla. Sobre este último, aconsejamos evitar hablar en negativo, repetir de forma innecesaria e insaciable la misma información (por muy frustrados que nos sintamos…) y emplear de forma habitual la grabación de vídeos.

Por último, recordar que para la enseñanza del Taolu es fundamental no distraerse del programa y buscar la calidad antes que la cantidad, teniendo siempre a mano la normativa por si surgen dudas. 

IV. PARTE FINAL.

  • Vuelta a la calma: mediante ejercicios suaves que permitan bajar pulsaciones, seguido de estiramientos. Es un momento muy propicio para reunir al grupo y repasar los objetivos de la sesión, obtener feedback de los alumnos o, simplemente, sociabilizar mientras se relaja la musculatura.
  • Recompensas: podemos terminar realizando juegos, como forma de recompensar un buen trabajo, siempre que se dosifique de forma correcta.
 

HABILIDADES  ANTI-BULLYING

Las habilidades se aprenden mejor mediante la práctica activa, por ello la metodología se basa en ayudar al alumnado paso a paso a practicar cómo manejar diferentes problemas (entre ellos el bullying) utilizando las herramientas de autoprotección que se les van enseñando. Los/as niños/as necesitan apoyo para aprender estas habilidades, por eso se les muestra cómo hacerlo y se les felicita cuando lo intentan (aunque no les salga muy bien al principio). A continuación se exponen algunos ejemplos:

1. Caminar tranquilamente, con atención y seguridad

Es menos probable que una persona sea elegida como víctima si se mueve o se sienta con calma, atención y seguridad. Atención, calma y confianza significa llevar la cabeza en alto, la espalda erguida, dar pasos asertivos, mirar alrededor, mostrar un rostro y un cuerpo serenos y alejarse de las personas que podrían causar problemas.

Se enseña al niño/a la diferencia entre ser pasivo, agresivo y asertivo en su lenguaje corporal, tono de voz y en la elección de su vocabulario. Se le pide al niño/a que atraviese la sala, mientras se le guía para que lo haga correctamente y animándolo (por ejemplo: “¡Muy bien hecho!” “Ahora da pasos más largos”, “Mira a tu alrededor”, “Endereza la espalda”, etc. Se les enseña que pueden sentirse de un modo y actuar de otro, para que mantengan el control de sus acciones y palabras.

2. Alejarse con determinación y respeto

La mejor táctica de autoprotección se llama “negarse a ser una víctima”, lo que significa “no estés allí”.

Simulamos un escenario en el que el niño/a va caminando por el patio de la escuela (u otro lugar donde podría ser acosado o molestado) en el que un matón que está apoyado a un lado le dice cosas ofensivas (se le puede preguntar previamente qué palabras le resultan ofensivas o irritantes para él). Se le guía al niño/a para que, al pasar por donde se encuentra el matón, lo haga alejado de su alcance y que al alejarse lo haga atento, tranquilo y con seguridad, pero sin perder de vista al matón. También se le guia para que practique diciendo algo neutral, con un tono de voz normal, como por ejemplo “Nos vemos”, o “Que vaya bien”, mientras se aleja tranquilo y seguro. Remarcamos que cambiar la trayectoria o cambiar de asiento es la opción más segura.

3. Establecer un límite.

Si un matón está siguiendo o amenazando al niño/a en una situación en la cual no puede alejarse, necesitará aprender a establecer un límite claro.

Simulamos un escenario en que se toca al niño/a por la espalda (solo con intención de molestarle, no de agredirle). Se le guia para que se dé la vuelta erguido y ponga sus manos enfrente de su cuerpo con las palmas hacia afuera, como si fuese una valla, y que diga “Basta”. Se le guia para que utilice voz tranquila pero clara, así como palabras correctas pero firmes, es decir, ni débiles ni agresivas. La idea es que el niño/a se apropie de su espacio al alejarse y, si es necesario, establezca un límite nada más percibir que puede originarse un problema, de manera que no espere a que el problema haya comenzado.

4. Uso de la voz

Simularemos una situación a la que el niño/a alguien trata de agarrarlo, empujarlo o golpearlo (aunque al principio se comience practicando con suavidad). Se le guia para que se zafe y que grite “¡NO!” (bien fuerte), “BASTA YA!”, con una voz firme, mirando al agresor/a a los ojos, llevando sus manos hacia adelante como una valla. Acto seguido se le indica que debe alejarse y buscar ayuda de un adulto.

5. Protege tus sentimientos de las burlas

Enseñaremos a los niños/as a no caer en las provocaciones y a protegerse de los insultos, ya que devolver el insulto en muchas ocasiones no solo no solucionará el problema sino que, además, lo agravará.

Una forma de hacerles darse cuenta es simular que las palabras son como regalos escritas en un papel y que podemos decidir si las aceptamos o no. Otra forma de que se den cuenta es decidir taparse los oidos cuando percibimos que se está originando una provocación. Y también el afrontar los insultos con racionalidad, haciéndoles que comprueben cómo se les quita su poder ofensivo, para ello se practica con ellas en voz alta y se les anima a imaginar que se deshacen de ellas (tirándolas a la basura) y a decir en voz alta algo positivo de sí mismo/a en contrapartida, por ejemplo, si alguien dice “Me caes mal” pueden decir “Yo me gusto”, si alguien dice “Eres idiota” puedes decir “Yo soy listo”, si alguien dice “No quiero jugar contigo”, puedes decir: “Voy a buscar otro amigo/a”.

6. Trabajar por la inclusión

El niño puede practicar cómo insistir en expresar su deseo de ser incluido en un juego. Previamente preguntaremos a los niños/as qué motivos podrían decir otros niños/as para no incluirlos en un juego. Y posteriormente usaremos esos motivos para que practiquen cómo persistir.

Simulamos una situación en la que guiamos al niño/a para que se acerque y diga “Quiero jugar", expresándose de manera positiva y amistosa (no pusilánime ni agresiva) y una persona quiere excluir al niño de un juego alegando algún motivo, a lo que animaremos y guiaremos al niño/a para que insista de una forma asertiva. Por ejemplo, si el motivo es “No sabes jugar bien” puede decir “¡Voy a jugar mejor si practico!”, si el motivo es “Ya somos demasiados” puede decir “No pasa nada por uno más”, si el motivo es “Hiciste trampas la última vez” puede decir “No había comprendido bien las reglas, ahora ya las sé”.

7. Ser persistente para pedir ayuda

Los niños/as que han sido víctimas de bullying tienen que ser capaces de decirles a sus maestros, padres y otros adultos a cargo qué está sucediendo en el mismo momento, de manera clara, serena y persistente, aunque los adultos estén distraídos o les contesten mal, y aunque no les haya dado resultado pedirles ayuda en otras ocasiones.  Aprender a ser amables, firmes en las palabras, lenguaje corporal y tono de voz, aunque estén bajo presión y no darse por vencidos al pedir ayuda, será un aprendizaje útil para toda la vida.

Simularemos ser un profesor/a o alguien a quien el niño/a podría acudir por ayuda y apoyo, así como dónde podríamos estar, en la escuela u otro lugar. Guiaremos al niño/a para que comience diciendo con voz tranquila “Disculpe, tengo un problema de seguridad”. Simularemos estar ocupados e ignorarlo cuando habla. Le guíaremos para que insista y diga “Discúlpeme, realmente necesito su ayuda”. A continuación actuaremos de manera enfadada e impaciente, diciendo “¿Y ahora qué pasa?” mientras seguimos en lo que estabamos haciendo.

Guíaremos al niño para que exprese algo en particular, como “Las niñas de allí se burlan de mí y no me dejan jugar con ellas. Ya les dije que no quiero que me insulten y que quiero jugar pero ellas no me hacen caso. “ o “Esos niños están empujándome todo el rato. Traté de alejarme de ellos pero ellos siguen viniendo donde yo estoy y no me dejan tranquilo”. En la escuela, los maestros quieren que los niños traten primero de resolver sus problemas por sí mismos. Sin embargo, la intervención de los adultos se hace necesaria si esto no funciona.

A continuación le contestaremos “Ah, qué bien!” (como si no hubieses prestado atención a lo que el niño/a te contó). Guiaremos al niño/a para que insista: “Por favor, escúcheme, esto es importante.” 

A continuación simularemos estar enfadados y le diremos “¡Es que no ves que estoy ocupado!”. Explicaremos al niño/a que a veces los adultos se enfadan y no comprenden, pero que igualmente no debe darse por vencido cuando necesita ayuda y que explique el problema particular que tiene una vez más: “No me siento a salvo aquí porque... (explicar el problema otra vez)".

A continuación minimizaremos el problema y le diremos: “¿Pero cuál es el problema? Pues no te acerques a ellos/as y ya está”. Guiaremos al niño/a para que sea persistente y que diga otra vez “Esto me hace sentir mal y no quiero ir a la escuela. Por favor, realmente necesito que me escuches.”

Ahora cambiaremos nuestra actitud para que el niño advierta que le estamos escuchando y que le comprendemos. Le diremos “Siento haberte gritado y me alegra que me cuentes esto, cuéntame más detalles y veremos qué podemos hacer al respecto”.

Recordaremos al niño que si los adultos no escuchan, no es culpa de él/ella, así que insista hasta que alguien haga algo para solucionar el problema. Dile al niño que por favor te cuente cada vez que tenga un problema con alguien en cualquier lugar o en cualquier ocasión. En definitiva es la responsabilidad de los adultos crear ambientes seguros para los niños a su cargo y constituirse en buenos modelos a seguir para ellos, actuando en su defensa de maneras respetuosas y con determinación.

8. Uso de la defensa física como último recurso

Los niños/as deben saber cuándo tienen derecho a dañar a alguien para impedir que esa persona los dañe a ellos/as. Luchar es un último recurso, cuando pretenden agredirte físicamente y no puedes alejarte o buscar ayuda.

Sin embargo, los problemas de bullying muchas veces no son tan definidos como otras situaciones de riesgo. Las familias tienen diferentes reglas sobre donde trazar este límite. Las escuelas a veces castigan a un niño/a que se defiende, a menos que los padres adviertan a la escuela por escrito y por anticipado que, como la escuela no protege a sus hijos, ellos apoyarán a sus hijos si ellos tienen que defenderse luchando.

Aprender a defenderse físicamente en general ayuda a los niños/as a sentirse más seguros, aunque no tengan que usar estas habilidades en una situación real en su vida. El solo hecho de sentirse más seguros ayuda a los niños/as a evitar ser elegidos como víctimas en la mayoría de los casos. Existen diferentes técnicas de defensa personal para el bullying que son diferentes de otras situaciones peligrosas. Haz que el niño/a practique algunas técnicas efectivas para su defensa en casa, o bien, piensa en la posibilidad de inscribir al niño/a en clases de kung-fu, etc.